Domingo a las 9 de la mañana. Frío y viento. No importó la hora ni el tiempo. Las mujeres estaban cortando las verduras para cocinar sukiyaki. "Un día ideal para comer ese plato delicioso", decían algunos. Pero el almuerzo era la excusa para juntarse temprano, lo importante comenzaba después.

 

La gente se amontonaba para poder servirse un poco de carne, verduras, tofu, brotes de soja. Lo mismo hacían con la bebida, no se podía distinguir la fila. Y para poder reservar una porción de torta era otro grupo que se peleaban por ser atendidos primero. La paciencia no estaba ahí. Las 200 personas presentes querían comprar y servirse rápido para disfrutar de su comida. De pronto, se fueron apagando las luces.

En un proyector se reproducía un video sobre la vida de Takehiro Ohno. Era una presentación del chef que iba a charlar sobre su vida y, al mismo tiempo, cocinar un plato japonés (chanchanyaki) y otro vasco (pollo con refrito).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando apareció en el escenario la gente se ubicó en su lugar y escuchó con atención toda la charla. Algunos se animaron a subir al escenario para probar la comida y cocinar.

 

Al finalizar, Ohno agradeció a todos con los ojos llorosos. Después, con menos lágrimas, invitó a hacer una fila para firmar autógrafos y sacarse fotos.

 

Fue una tarde de risas y algunas lágrimas. Todos se fueron contentos con su foto y su autógrafo. Una tarde que tal vez no recuerden las recetas de la comida, pero sí la entretenida charla que brindó Ohno.